Un jardín sensorial es una zona verde diseñada y realizada para estimular los 5 sentidos que se convierten en los protagonistas absolutos para establecer un contacto con la naturaleza. La función del jardín es acoger a las personas con demencia y darles el espacio para relajarse y desarrollar su curiosidad de mantenerse a salvo.
El jardín estará compuesto por diversas áreas con diferentes funciones. La entrada del jardín tiene un papel importante para separar la zona natural del área exterior, y también para hacer la entrada acogedora e invitar a las personas a entrar en él. Dentro del jardín habrá sillas y bancos que formarán las áreas de descanso donde las personas con demencia podrán descansar y relajarse. Cuando las personas con demencia crecen en entornos rurales, es importante crear un área dedicada al cultivo de verduras.
El jardín debe tener una ruta circular organizada de tal manera que, mientras la gente camina, pueda ser estimulada por los perfumes y los colores de las flores y de las plantas aromáticas. Los árboles frutales pueden ser otra de las grandes atracciones. Durante el tiempo de la cosecha las personas podrán coger frutas y comerlas. Otra de las atracciones puede ser una fuente con agua, que también es relajante, gracias al sonido del agua, y estimule a beber. También puede haber algún panel que invite a las personas a hacer alguna actividad física. Al lado de las sillas, puede haber pedales donde la gente podrá hacer actividad al aire libre.
En las áreas dedicadas al sonido, es posible encontrar algunas latas coloreadas que puedan ser utilizadas como instrumentos de percusión. Finalmente, rodeado de plantas y flores seleccionadas de todas las épocas de floraciones, puede haber una zona dedicada a un banco especial para una terapia vibro-acústica. Este especial instrumento, normalmente colocado bajo un quiosco, se utiliza para terapia no farmacológica dirigida por un experto que trabaja en el jardín junto con la persona con demencia.