Asesoramiento y apoyo al cuidador

La mayor necesidad de los cuidadores no profesionales de las personas con demencia pueden clasificarse en dos categorías: (1) optimizar el cuidado de las personas con demencia a través de de información y conocimiento, apoyar a la persona en actividades de la vida diaria y tratar con síntomas conductuales y psicológicos, y (2) responder a las necesidades personales relacionadas con la propia salud física y mental del cuidado, y la gestión de la vida. Programas educativos para cuidadores no profesionales, proporcionar información sobre la demencia, asesoramiento jurídico y financiero y ofrecer posibles soluciones prácticas para hacer frente a comportamientos problemáticos y gestión del estrés. Grupos de apoyo para cuidadores no profesionales dirigidos por expertos en demencia mejoran el estado de ánimo de los cuidadores y alivia su carga emocional durante aproximadamente tres meses después de que finalice el programa. Entre los factores que inciden de manera crucial en el éxito de estos grupos figuran los fundamentos teóricos de la intervención, el papel activo de los participantes, proporcionar un espacio para presentar y debatir a fondo los problemas individuales y desarrollar estrategias individualizadas para la gestión de los comportamientos problemáticos. Las intervenciones cognitivo-conductuales que promueven la reformulación cognitiva y el entrenamiento de habilidades contribuyen a mejorar los síntomas depresivos y de ansiedad, así como los sentimientos de estrés de las personas que cuidan de personas con demencia. Se ha informado de que las intervenciones multicomponentes que combinen educación específica para la demencia, estrategias cognitivas conductuales, comunicación y entrenamiento de habilidades, estrategias de afrontamiento, modificación ambiental, y el uso de dispositivos de asistencia es particularmente eficaz.

 

A medida que los síntomas de la demencia progresan, discutir con las personas con demencia se convierte en un tema espinoso, especialmente en los sentimientos comunes de agotamiento y desmoralización de los cuidadores. No obstante, el respeto del derecho de la persona a ser escuchada, a formular preguntas y a recibir respuestas corresponde a las normas sociales básicas. La escucha activa se basa en la apreciación de la persona con la que estamos hablando y es una de las características principales de la buena comunicación. La escucha activa presupone la interrupción de todas las demás actividades y la participación atenta en el diálogo. El contacto visual adecuado con la persona con demencia también facilita la comunicación. Resumiendo lo mencionado, confirmación de que las personas con demencia entienden correctamente, sacudir la cabeza o pedir que repitan lo que dijeron, indican claramente que están siendo escuchados. Rechazar o murmurar son formas contraproducentes de decir no o de expresar desaprobación. Además, es de suma importancia para la comunicación con las personas con demencia hablar claro y lentamente, utilizar frases cortas y no complicadas, proporcionar tiempo suficiente para responder y hablar por sí mismos. La comunicación en la demencia es en muchos casos azotada por trastornos del lenguaje tales como problemas de búsqueda de palabras y comprensión deficiente para la conversación abstracta y compleja. La comunicación aumentativa y alternativa se puede utilizar para compensar las alteraciones del habla. Las ayudas aumentativas, como imágenes y símbolos, tarjetas de comunicación y dispositivos electrónicos, son valiosas para ayudar a las personas a expresarse y facilitar la comunicación.

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